Aunque parezca complicado manejar equipos con integrantes repartidos en oficinas y en sus casas, no tiene por qué serlo. Solo hay que prestar atención a estas cuestiones.
Un proyecto de equipo siempre es desafiante. Lograr que todos tengan una misma cultura de trabajo, que cada integrante se sienta escuchado e importante y que todos cumplan con sus obligaciones representa una enorme tarea para cualquier líder.
¿Qué pasaría si, además de todo eso, los miembros del equipo viven en distintas partes del mundo, trabajan de formas distintas y no se conocen entre sí? Esos desafíos extra son cada vez más normales, porque los proyectos con trabajo híbrido llegaron para quedarse.
Lejos de ser algo preocupante, un equipo mixto puede beneficiar enormemente a una empresa. Solo se necesita manejarlo de forma correcta. Por eso, hay que tener estos aspectos muy en cuenta:
Logística
Antes que nada, hay que definir si se apunta a un trabajo colaborativo o a uno más independiente. Si es el primer caso, entonces es recomendable seleccionar personas que estén en la misma oficina o la misma zona horaria, porque les será mucho más fácil trabajar en conjunto.
Otro punto importante es establecer expectativas desde el principio y planificar controles periódicos que se centren en la comunicación dentro del equipo.
Además, hay que evitar el pensamiento de “reuniones que podrían haber sido un mail”. Que las reuniones sean motivo de avance, no de rutina. La idea es hacer eficientizar el trabajo, no ralentizarlo. ¿Para qué hacer una reunión en la que se den actualizaciones que podían comunicarse en un mensaje?
Eso sí: no está mal hacer que el equipo se reserve un espacio en su agenda en caso de que sea necesario armar una reunión. Si se apunta a reuniones 100% efectivas, se puede establecer un miembro del equipo que controle el tiempo, y que ese rol vaya cambiando así nadie es siempre el malo de la película.
Herramientas
Un trabajo híbrido requiere usar herramientas de todo tipo. Si todos usan las mismas, el equipo trabajará mucho mejor. El problema es que, a veces, hay personas que son reacias a usarlas o a operar con ciertas funciones. Para no atrasar el trabajo de los demás, hay que hacer un foco especial sobre los “adoptantes reacios”, para que puedan mantenerse al ritmo de los demás.
Sin embargo, eso también significa usar la menor cantidad de herramientas posible. En este sentido, es mejor que todos los miembros del equipo las elijan en conjunto, en vez de imponerlas desde arriba. Por otra parte, también es importante dejar que cada uno use las herramientas que desee para el trabajo individual, siempre y cuando ayuden a potenciar su desempeño.
¡Empatía!
Uno de los aspectos más difíciles de un trabajo híbrido es la sintonía del equipo. Puede haber cierta tendencia a escuchar más a quienes están presencialmente —que se conocen, tienen chistes internos, están más conectados—, porque da la sensación de que trabajan más que quienes lo hacen de manera remota. En estas cuestiones, hay que ser lo más imparcial posible. Lo mismo a la hora de permitir o no el trabajo remoto para quien lo solicita: cuantas más se juzgue las razones, más chances de ser parcial.
Para evitar esto, se puede convertir las reuniones en espacios en los que todos deban dar su opinión, en vez de que solo interrumpan cuando tengan algo que decir. Hasta se puede hacer reuniones híbridas más atractivas e inclusivas con herramientas, por ejemplo, una pizarra digital.
Por otro lado, también es muy positivo lograr espacios de conversación y conocimiento mutuo. Eso no significa forzarlos —las personas suelen incomodarse con ese tipo de actividades—, sino habilitar la conversación de temas un poco más triviales. Por ejemplo, preguntar por la mascota si es que pasa de repente o hablar sobre un cuadro si se ve detrás de una persona.
Liderazgo
Finalmente, la clave es un líder comprometido, defensor de la igualdad e impulsor del proyecto. Un buen líder hace, por ejemplo, reuniones uno a uno con cada integrante de su equipo, para controlar su bienestar, su predisposición y también sus avances. Un buen líder no deja que quienes trabajan presencialmente tengan más ventajas que quienes lo hacen de forma remota. Un buen líder no espera pedidos de ayuda, sino que se anticipa a ellos.
Un buen líder, a fin de cuentas, es aquel que logra un buen desempeño en un ambiente de confianza. Quien pueda liderar un proyecto con un equipo híbrido ya está preparado para cualquier proyecto y, quizás también, para la vida en general.