Antes de lanzarte con tu propia empresa, podés aplicar estas prácticas para poder hacerlo de la mejor manera
El camino emprendedor es muy largo y está lleno de pruebas, desafíos, subidas y bajadas que ponen a prueba a cualquiera que decida caminarlo. Por eso es que emprender no está hecho para cualquier persona, sino para aquellos que saben a lo que se enfrentan y deciden seguir adelante.
Una de las cualidades de un emprendedor es estar preparado para todo, y saber que todo lo que comenzó puede terminar. Ese conocimiento es, quizás, el más difícil de aceptar, pero también el más importante. Si ya decidiste que querés emprender pese a que podés perder muchas cosas, entonces tenés que prepararte.
¿Cómo? Siguiendo estos pasos.
Las dos cosas que necesitás para emprender
A fin de cuentas, emprender se resume en dos elementos fundamentales: un cofundador y una idea. A veces ambas aparecen muy rápidamente y el trabajo no tarda en llegar. Pero no siempre es así. Eso no debe llevarte a la desesperación.
Por eso, podés empezar a buscar cada uno por separado.
Buscar ideas
Pensar buenas ideas por uno mismo puede ser complejo, porque además esos pensamientos probablemente sean muy vagos y confusos. Por eso es mejor que tengas alguien con quien hablarlas y debatirlas. Podés encontrar un compañero de charla en la universidad, en tu trabajo, en un amigo… Cualquier persona con quien compartas la pasión por el mismo tema y esté dispuesta a hablar. Si no encontrás en tu círculo, entonces podés buscarlas en otro lado.
Puede ser sobre ideas y tecnologías interesantes, sobre problemas que parecen no tener solución, sobre necesidades que nunca fueron satisfechas, sobre aquellos productos que admiran, sobre aquello sobre lo que no se habla mucho… En cualquiera de estas conversaciones —y en muchas otras, también— se pueden encontrar ideas para startups.
Buscar un cofounder (o varios)
Además, las discusiones son un beneficio para el segundo ítem necesario: quizás ese compañero de charla se convierte en un cofounder. Si realmente querés lanzar una empresa algún día, lo mejor es elegir un entorno en el que estés rodeado de muchas personas que algún día podrían ser tus cofundadores.
Para esto, algo muy recomendable es trabajar en una startup, para ver de primera mano cómo funcionan, cómo piensan y cómo se manejan en el día a día. Porque lo importante de este paso previo no es fundar un unicornio, sino experimentar con la transformación de una idea en una realidad.
Lo que sigue después
Si ya tenés una idea, entonces vas a necesitar la capacidad de construirla. De nuevo, a veces esto ya viene de antemano y todo fluye más suavemente. Pero si no, nunca es tarde: podés formarte en aquella industria en la que te vas a querer lanzar, para poder hacer que esa idea sea realidad.
Finalmente, hay que empezar a experimentar con prueba y error. Y acá lo fundamental es lograr un golpe de efecto. ¿Qué significa esto? Que probablemente las primeras personas a quienes les cuentes del proyecto no van a interesarse mucho o van a criticarlo. Lo importante no es lograr muchos indiferentes, sino al menos una persona que tenga una reacción profunda. Un único usuario apasionado es mucho más que cientos de deseos de buena suerte.
En todo el proceso hay un elemento que no hay que perder de vista y es fundamental: el disfrute. Porque emprender es una tarea compleja, demandante, desafiante y muchas veces agotadora. Si todo eso supera a las ganas de trabajar y aprender, entonces ese proyecto no es la salida
