Medir la performance o desempeño de tu equipo dice más de tu empresa que solamente contar horas de trabajo. Aprende en esta nota cómo potenciar el trabajo inteligente en tu compañía.
Si fundaste una compañía o sos parte de su equipo, seguramente la vorágine y la adrenalina son parte de tu día a día. Es que entre los emprendedores la presión por crecer rápidamente y a toda costa es constante. Sin embargo, desarrollarte en el mundo emprendedor no debería ser un pasaporte al “burn out”. Te proponemos una reflexión sobre cómo estás trabajando para que identifiques si lo estás haciendo de forma eficiente.
Según Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting, conferencista internacional y mentor Endeavor, trabajar duro es un concepto bastante antiguo que tiene origen en nuestra herencia como hijos o nietos de inmigrantes, para quienes la cantidad de horas era sumamente relevante. El trabajo duro estaba definido por jornadas extensas que comenzaban muy temprano y terminaban muy tarde.
Sin embargo el paradigma cambió y pasamos de valorar el trabajo duro medido en cantidad de horas a tomar en cuenta otros indicadores de resultados, basados en la performance o desempeño. Esta segunda idea está vinculada a la calidad del trabajo medido en la manera en que aplicamos nuestro tiempo para lograr los resultados. Es decir, el trabajo inteligente.
¿Sentís que estás trabajando más y no se ve en los resultados? ¿Creés que estás rindiendo menos pero estás trabajando lo mismo de siempre? Repasamos algunas características que definen el trabajo inteligente para que evalúes cómo estás aprovechando tu tiempo.
Cuidar la relación tiempo – esfuerzo – impacto
La mayoría de las personas están atrapadas en la “trampa de la actividad”, dice Melamed. Es decir en hacer, hacer, hacer sin preguntarse el por qué. En el momento en que decidimos cuestionarlo y tomar distancia nos damos cuenta de que algunas actividades no contribuyen al resultado final y que podemos descartarlas o postegalas. Se trata de agudizar la mirada para decidir. Un buen inicio para que tu trabajo sea inteligente es preguntarte, de todas las tareas que desarrollas en tu jornada de trabajo, ¿qué es lo que realmente genera el impacto?.
Revisar cómo se vienen haciendo las tareas y proponer un cambio
A veces, una buena práctica es analizar cómo se vienen realizando las actividades en el equipo y si esa manera de trabajar rinde lo suficiente o hace falta un cambio. Una buena práctica es reservar un hora de la agenda y hacer una sesión de brainstorming con el equipo. Escuchar las opiniones de quienes ejecutan las actividades y aplicar esos aprendizajes es clave. Lo importante es la calidad del trabajo, la inteligencia aplicada, la manera de contribuir, de interactuar, de generar y no tanto la cantidad de horas. ¿Te preguntaste si la forma en la que trabajás es planificada y tiene una estrategia detrás o se hace de manera automática sin medir los resultados?
El trabajo inteligente no abandona los buenos hábitos
Como comentábamos más arriba, en general, quienes trabajan de forma eficiente son más conscientes de los objetivos y generan procesos. Sin embargo, hay muchas personas que se sienten más cómodas al dejar todo a último momento, trabajar a “contrarreloj” o “bajo presión” porque les da buenos resultados. Esto puede funcionar en algunos casos, pero hacerlo de manera continuada es altamente desgastante. De hecho, está comprobado que trabajar de manera estructurada aumenta la productividad. Es recomendable diseñar rutinas para alcanzar objetivos, tener un calendario personal, e incluso tomarse descansos cortos de 10 a 15 minutos entre una actividad y otra.
El viaje de emprender es muy diferente para cada uno, pero hay algo en lo que seguramente todos vamos a coincidir: debemos aprovechar cada segundo.