Cómo desarrollar tu propio estilo de liderazgo

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Cómo desarrollar tu propio estilo de liderazgo

Para mejorar y desarrollarse como líder, ya sea en el trabajo o en cualquier espacio, hay que desarrollar un conjunto de capacidades que hacen a los diferentes estilos de liderazgo. Todos tenemos un estilo por defecto, el que nos resulta más fácil de usar, pero los mejores líderes pueden utilizar cualquiera de los seis estilos identificados por Goleman, un académico experto en el tema, y pasar de uno a otro con facilidad.

 

 

Los 6 tipos de liderazgo según Daniel Goleman, psicólogo estadounidense conocido por su best seller "Inteligencia Emocional" y referente en este campo de estudio.

 

Entonces, para mejorar tus habilidades de liderazgo, hace falta ir más allá de tu estilo por defecto. ¿Cómo hacerlo? Acá te compartimos seis pasos para desarrollar tus estilos de liderazgo ↓

 

#1- Identificar tu estilo natural de liderazgo

 

  • ¿Cuál es su estilo de liderazgo preferido?

 

  • ¿Cómo te comportas cuando estás bajo presión o en una situación estresante?

 

  • ¿Sos una persona que está pidiendo la opinión de los demás, o diciendo a todos lo que tienen que hacer y esperando que lo hagan?

 

  • ¿Sos una persona que lidera desde el frente o que está preocupándose por dónde van todos y si hay una visión clara?

 

La próxima vez que estés en una situación estresante, podés hacer el ejercicio de responder internamente estas preguntas y tendrás la respuesta de cuál es tu estilo preferido.

 

#2- Reforzar lo que mejor hacés

 

Sonará a cliché, pero es muy importante aprovechar tus puntos fuertes, por lo que tenés que asegurarte en qué sos realmente bueno. Si esa respuesta no es tan clara, podés preguntarle a personas que conozcas qué es lo que mejor encuentran en voz como líder. De todas formas, si bien esas cualidades hacen a tu estilo de liderazgo por defecto, recordá que necesitás desarrollar las habilidades que hacen a los demás estilos.

 

Otra opción es trabajar en una lista semanal con las 3 o 5 acciones que hayan superado las expectativas y asegurarte de volver a hacerlas la semana siguiente.

 

#3- Trabajar en tus debilidades

 

Una vez identificados tus puntos fuertes, tenés que pensar y desarrollar los estilos en los que te va peor. ¿Te cuesta generar un lazo emocional con tus pares? ¿Tenés dificultades para que el equipo cumpla con sus responsabilidades como se lo dijiste?

 

Hay que tener en cuenta que algunas de las cualidades, probablemente, no resultarán naturales al principio, por lo que tendrás que encontrar una forma de emplearlas que te resulte adecuada.

 

#4- Apoyarse en otros

 

Fíjate en quién de tu equipo tiene las habilidades y los estilos que te resultan especialmente difíciles, y anímate a tomar el mando cuando su estilo sea más apropiado que el tuyo. Por ejemplo: ¿Te cuesta desarrollar la armonía del equipo, pero notaste que uno de tus compañeros siempre puede suavizar las situaciones y es «mejor» para abordar ciertos temas?

 

Utilizá esa habilidad: da un paso atrás y permití que esa persona lidere siempre que la situación requiera un liderazgo afiliativo. Al fin y al cabo, los mejores líderes crean otros líderes, no seguidores.

 

#5- Hacer algo diferente

 

Ser capaz de utilizar un estilo de liderazgo concreto no consiste necesariamente en tener un conjunto específico de habilidades, aunque cada estilo utiliza, sin duda, un conjunto determinado. También se trata de adoptar una mentalidad particular y ésta parece estar influenciada por el entorno y la actividad. Los expertos recomiendan desarrollar actividades dentro y fuera del trabajo que tengan relación con los estilos de liderazgo que más te cuesten. Otro punto clave: la práctica.

 

Pensá en cómo dirías las cosas si estuvieras trabajando en ese estilo de liderazgo diferente y practica decirlas de esa manera.  De hecho, a algunas personas les resulta más fácil dar órdenes si las hacen sonar con humor. Otras descubren que pueden trabajar de forma afiliativa si reconocen sus dificultades públicamente antes de empezar a hablar de los sentimientos. Se trata de reconocer tu punto de partida y tener en claro hacia dónde querés llegar.

 

#6- Pedir feedback

 

Puede ser difícil escuchar la opinión de otros, así que no preguntes a menos que realmente quieras saberlo. Y aunque dar y recibir opiniones es una habilidad totalmente distinta, recordá no tomártelas como algo personal. Aceptalas con generosidad, con el espíritu con el que se te ofrece.

 


 

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