ESG e inversión de impacto, no son lo mismo

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ESG e inversión de impacto, no son lo mismo

Ambos términos cada vez más escuchados, pero no siempre diferenciados, estas inversiones parten de distintos sectores y miran diferentes elementos. Cómo se definen y a qué apuntan. 

 

Son industrias multimillonarias. Se ponen en práctica desde hace más de una década. Tienen cada vez más presencia en los foros, las conferencias y las conversaciones de empresas y emprendedores. Y, sin embargo, siguen siendo confundidas: hasta algunos de los más grandes expertos se mezclan con los conceptos de inversión ESG e inversión de impacto

 

Para comenzar a delinear los conceptos empecemos por las bases: ¿cómo se define cada una? Las inversiones ESG (environmental, social and governance) son aquellas que se hacen en empresas que cumplen con las consideraciones éticas de los estándares ambientales, sociales y de gobierno. La inversión de impacto, por otro lado, se refiere a los fondos asignados a las empresas que impulsan el cambio ambiental o social, creando así un impacto positivo.

 

¿Cómo pueden diferenciarse? Con solo una palabra. La inversión de impacto está relacionada con el producto. La inversión se destina a una empresa o proyecto concebido para dar respuesta a un reto social o medioambiental determinado. El sello distintivo de este tipo de inversión es que tienen que medir el impacto. 

 

En cambio, la inversión ESG está vinculada al proceso: dentro del análisis de inversión, se incorporan las variantes medioambientales, sociales y de buen gobierno.

 

Los orígenes del ESG y el impacto

El surgimiento de ambos conceptos es completamente distinto. El término de ESG nació en 2004, a partir de un esfuerzo conjunto de la ONU, la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el gobierno suizo para apoyar la consideración de la industria financiera de los temas de ambiente, sociedad y gobierno. Su introducción, entonces, fue gracias al sector público.

 

Las inversiones de impacto, en cambio, recién llegaron con la Fundación Rockefeller, junto con otros filántropos, inversores y empresarios, en 2007. El objetivo era nombrar las inversiones que hacían en busca de generar un impacto social medible junto con un retorno financiero. La inversión de impacto, a diferencia del ESG, llega gracias a los esfuerzos del sector privado.

 

Impacto y ESG: significado

Para poder identificar cada tipo de inversión claramente, se puede hacer una simple regla de tres. En el caso de las inversiones ESG, los tres factores que la componen son parte de un mismo proceso de análisis y de selección de inversiones.

 

  1. Medio ambiente: incluye todo aquello relacionado con el impacto medioambiental que tiene la operación de la empresa, ya sea directa o indirectamente. Por ejemplo, su consumo de energía, huella de carbono, contaminación de sus insumos y la implementación de normas medioambientales.
  2. Social: impacto que la empresa tiene en la sociedad y en sus relaciones laborales, tales como proveedores, empleados, clientes.
  3. Buen gobierno: refiere al gobierno corporativo de la empresa. En esa definición, entran, por ejemplo, políticas de transparencia, códigos de conducta, diversidad e inclusión en sus Consejos de Administración.

 

Estos criterios responden al antes: sirven  como una guía para la comprensión pública de los factores ambientales, sociales y de gobernanza.

 

 

Una inversión de impacto, en cambio, se caracteriza por tres principios: 

  1. Debe tener una expectativa de rendimiento financiero junto con el impacto social y/o ambiental (o al menos un rendimiento del capital)
  2. El cambio buscado, típicamente social o ambiental, debe ser intencional
  3. Debe haber un intento de medir el cambio.

 

Estos principios tienen una naturaleza lucrativa, y es justamente ese incentivo a ganar dinero mediante estas inversiones lo que hace a las empresas actuar a favor de estos intereses e impulsar el capital hacia ellos.

 

Por qué es importante diferenciarlas

El futuro de los negocios y las finanzas incluyen la consideración por la sociedad y el medio ambiente. Son muy pocas cosas las que todavía se hacen sin tener en cuenta estos factores. Mediante estos dos conceptos, muchas empresas lograron no solo beneficios financieros, sino también ver un impacto directo en la sociedad.

 

Por eso, entender las diferencias y aplicar cada inversión responsablemente ayudará a los inversionistas a asignar fondos de manera más eficiente y comprender el tipo de impacto que sus inversiones están creando esencialmente. ¿El beneficio final? Más desarrollo hacia el logro de los objetivos de desarrollo sostenible y, sobre todo, grandes retornos para los inversionistas, las personas y el planeta.

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